lunes, 12 de diciembre de 2011

¿LÍMITES AL CRECIMIENTO, DECRECIMIENTO, CRECIMIENTO SUSTENTABLE O… QUÉ SIGUE PARA NUESTROS DESTINOS TURÍSTICOS EN QUINTANA ROO?

Los últimos meses y en especial los últimos días, Quintana Roo ha sido sede de un sinnúmero de eventos, informes y situaciones que nos llevan a cuestionar (una vez más) el incremento en la infraestructura turística en la zona. Desde refrendos a Acuerdos Nacionales con metas inalcanzables, hasta entrega de estudios que cuentan cuartos sin tomar en cuenta los lineamientos que marcan instrumentos legales, pasando por declaraciones de funcionarios, empresarios, sector social y ambiental, el tema ha vuelto a ponerse en la mesa.

Y por supuesto que no es un tema nuevo, ni en turismo ni a nivel global. Ya en 1970 (si, hace más de 40 años, casi casi lo que tiene de edad nuestro querido Cancún) el Club de Roma, una organización independiente que agrupa empresarios, políticos y gente de ciencia, y que están preocupados por el futuro del planeta, encargaron al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) un estudio conocido como “Los Límites del Crecimiento” que estudia los cinco factores básicos que determinan, y en último limitan, el crecimiento del Planeta Tierra: población, producción agrícola, recursos naturales, producción industrial y contaminación.

“La humanidad posee hoy la más poderosa combinación de conocimientos, instrumentos y recursos de todos los tiempos. Tiene todo lo que es físicamente necesario para crear una forma de sociedad humana completamente nueva… pero para ello es necesario una visión prospectiva y una firme voluntad”. (En Los límites del crecimiento, 1972).

Sin duda el documento por sí mismo es una joya y una delicia a la lectura: innovador para su tiempo, puntual, crítico y científicamente fundamentado, este artículo mencionaba que de seguir con las tendencias de consumo de aquellos tiempos, la capacidad de alojamiento de la tierra (o capacidad de carga) se superaría para el año 2070. En 1992 y en 2004, los autores (un equipo liderado por Donella y Dennis Meadows) realizan actualizaciones y demostraron  que poco hemos hecho para contener o limitar este crecimiento.

Lo más interesante del estudio es la utilización de documentación científica sólida que alertaba sobre las consecuencias y planteaba escenarios, una palabra tan de moda ahora con las previsiones de generación de emisiones de gases efecto invernadero, de aumento del nivel del mar de otros tantos temas. Escenarios de crecimiento, de agotamiento de los recursos y de acciones a desarrollar para evitar llegar a ese límite al cual nos acercamos a pasos agigantados.



Pero si regresamos al tema que nos ocupa, y reflexionamos sobre estos “límites al crecimiento” que algunos creemos que debe tener el desarrollo turístico actual, nos podemos dar cuenta de que, a diferencia del informe de Meadows de 1972, a nosotros se nos está olvidando algo: generar y/o compartir esta información científica sólida para tomar decisiones. ¿Podemos construir más cuartos de hotel? ¿Son necesarios para atender la demanda? ¿El ecosistema y la infraestructura “aguanta” mil, cinco o diez mil cuartos más? ¿Estamos conscientes de los impactos acumulativos que el turismo está generando y de nuestra capacidad de gestionarlos?

La respuesta: depende a quien le preguntemos. Los ambientalistas diremos que ya fue suficiente, que tenemos más cuartos de los que podemos gestionar, que se ha sobrepasado la capacidad del ecosistema, que las ocupaciones son bajas, que la infraestructura no aguanta más, entre otras razones. Si preguntamos a Gobiernos y desarrolladores, la respuesta será vamos por más, el país requiere inversiones y empleo, es necesario pagar deuda pública, generar divisas, atraer capitales, etcétera. ¿Quién tiene la razón? ¿Ambos… o ninguno?

Mi inclinación social y ambiental me obliga a poner sobre la mesa algunos de los muchos datos a los que hemos tenido acceso en los últimos años, fruto del análisis de una gran cantidad de investigadores, ambientalistas, economistas, y demás personas que tratamos, de una u otra manera, de poner sobre la mesa información  “científica – técnica” que el informe de 1972 antes referido, utiliza para el análisis.

Vayamos primero a los datos nacionales: teniendo como fuente la Secretaría de Turismo Federal, y haciendo un análisis de cifras oficiales públicas, observamos que la tasa media de crecimiento anual de turistas internacionales desde 1995 al 2010 ha sido de 0.74% (si, menos del 1% considerando que en 1995 llegaron a México 20.2 millones de turistas internacionales y 16 años después, en 2010, llegaron 22.6); menos del 1% de crecimiento cuando la tasa de crecimiento anual del turismo mundial es de 4% promedio anual. Por otro lado, de 2006 a 2012, el gasto medio de turistas internacionales en nuestro país ha caído de 447.7 USD a 441.8 USD y las divisas por turismo, que en 2006 fueron 12,176 mdd en 2010 llegaron a tan solo 11,871 mdd. Esto me hace pensar que, a pesar de haber sido decretado el 2011 Año del Turismo (otra vez) y que tenemos un Acuerdo Nacional en el tema, es necesario trabajar mucho más que en declaraciones y esfuerzos de promoción.

¿Y qué pasa en Quintana Roo? Con base en datos de la Secretaría Estatal de Turismo, en el periodo 2003 – 2011, la tasa media de crecimiento en el número de turistas al estado ha sido de 29%, mientras que para el mismo periodo, la tasa de crecimiento en número de cuartos es de 57%; es decir, estamos construyendo cuartos a tasas de casi el doble en relación al número de turistas que recibimos. Y si pasamos al tema ambiental, también hay datos muy duros: Amigos de Sian Ka’an reporta que del año 1976 al 2010, la cobertura de manglar en el municipio de Solidaridad ha disminuido más del 50% y existe una fragmentación muy importante de los ecosistemas; la Healthy Reef Initiative, en su Libreta de Calificaciones de 2010, indica que el 35% de los arrecifes aledaños a la Costa de Quintana Roo se encuentran en estado crítico; y por último, según un informe de la oficina de Alemania de WWF, cada turista alemán que viaja a la Riviera Maya genera un total de 7 toneladas de CO2 durante su viaje.




Y seguramente si los economistas nos presentan las cifras de empleo, inversión y crecimiento turístico en la zona, tendrán cifras positivas que también nos hacen ver que el turismo tiene sus impactos importantes a niveles macroeconómicos. No pretendo ser fatalista, simplemente poner el dedo en la llaga de que no existe para nuestra toma de decisiones información científica regional, clara, actualizada y que nos permita decidir en este momento el futuro del sector en Quintana Roo.

No tenemos una visión de costa, y a pesar de los esfuerzos por tener instrumentos locales efectivos, cada municipio puede considerar pertinente construir 30,000 o 40,000 cuartos de hotel más, y no hemos desarrollado las herramientas necesarias para evaluar si ello es o no viable; nuestros instrumentos normativos como la Evaluación del Impacto Ambiental quedan ya cortitos ante el uso intensivo de nuestras costas; no monitoreamos los movimiento de la demanda como deberíamos, entonces pensamos que el incremento en el número de turistas chinos, rusos y de otras latitudes es suficiente como para atraer inversiones y seguir desarrollando, cuando solo en Estados Unidos hay 40 millones de turistas de alto poder adquisitivo interesados en temas ambientales que no estamos atendiendo (los famosos LOHAS); no tenemos valuados económicamente nuestros ecosistemas y por ello seguimos con las discusiones muchas veces pasionales sobre si conservar o no un área específica, o construir un megadesarrollo de miles de habitaciones o no.

Coincido con todas aquellas voces que claman que el modelo de turismo está agotado y hay que buscar otras alternativas, con todos los que alientan a que las nuevas inversiones debe apegarse a principios de sustentabilidad, con aquellos que piden mayor responsabilidad de las autoridades de los tres niveles de gobierno al momento de tomar decisiones, a aquellos cansados de que lleguen inversiones que no traen desarrollo regional, con aquellos que ven a la sustentabilidad no solo como un “must” sino también como una tendencia que no estamos sabiendo aprovechar como deberíamos.

Pero soy honesto en reconocer que nos falta aún mucho por trabajar, por desarrollar, por implementar y por incidir en que nuestro sector turismo se sitúe a la vanguardia como puede y debe hacerlo. Hay avances, existen ejemplos claros, existen iniciativas locales y nacionales muy importantes, pero sin duda como sector completo nos hace falta ese salto cuántico que nos permita ver más allá de nuestros intereses personales y buscar el interés común que creo, al final, buscamos muchos: seguir teniendo destinos y turismo para rato.

¿Con límites al crecimiento? Solo los datos científicos nos lo dirán.


Twitter: @vicenteferreyra

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