martes, 9 de agosto de 2011

Crónica de un encuentro con el Pez más grande del mundo

Siempre he sido un gran entusiasta de visitar las Áreas Naturales Protegidas; ya sea para trabajar proyectos de conservación, participar en alguna causa colectiva (como limpieza de playas) o simplemente ir como turista a conocer nuestras maravillas naturales; creo que todos deberíamos al menos una vez en nuestra vida, conocer estos sitios que son patrimonio de los mexicanos.

México cuenta con un total de 174 Áreas Naturales Protegidas con decreto federal, que representan 25 millones de hectáreas (marinas y terrestres) y cubren casi 13% del territorio nacional; Quintana Roo, por su parte, tiene un total de 15 Áreas Naturales Protegidas, que ocupan el 33% del territorio estatal; esto indica por un lado, la biodiversidad que tiene el estado y, por otro, la presión que tienen estos ecosistemas y la necesidad de protegerlos. Finalmente, el decreto de Áreas Naturales Protegidas ha sido una de las estrategias de conservación de la biodiversidad más usadas en nuestro país y nuestro estado.


Hace unos días tuve la fortuna de visitar dos de mis ANP’s favoritas en el mismo viaje: la primera, el Parque Nacional Isla Contoy, primera de las Áreas Naturales Protegida de Quintana Roo, que es el santuario de aves más importante del Norte del Estado y sitio de anidación de tortugas marinas, y la segunda, la Reserva de la Biosfera del Tiburón Ballena, hogar del pez más grande del mundo, que según algunos registros científicos, llega a medir hasta 18 metros de largo.


La travesía fue organizada a solicitud de Briget Ortega, una entusiasta exalumna y ahora responsable de las noticias de una importante cadena de noticias en Cancún, y apoyada como siempre, muy amablemente, por Paco Remolina, director de ambas Áreas Protegidas.

El viaje (a petición de Paco) inició muy temprano: 5 a.m. salíamos de Puerto Juárez (al norte de Cancún) y la desmañanada valió totalmente la pena al ver el amanecer camino a Isla Contoy, observar un par de delfines que nos acompañaron en el camino y finalmente presenciar, a la llegada a Isla Contoy, un espectáculo maravilloso de Fragatas, Cormoranes y Pelícanos alimentándose en la Laguna Puerto Viejo, uno de los cuerpos de agua al Noroeste de la Isla.


Después, llegamos al centro de Visitantes de Isla Contoy donde pudimos observar el Museo, un Mirador desde donde se observa toda la Isla, las ecotencias utilizadas en la estación de CONANP (celdas solares, captación de agua de lluvia, composta y tratamiento de aguas residuales) y donde conocimos parte del personal de la ANP, quienes nos dicen, pasan 10 días continuos en la Isla y luego regresan a Cancún o a sus lugares de origen otros días para descansar y reponer energías para iniciar nuevamente el ciclo. Ahí desayunamos (delicioso, por cierto; no sé que tienen las ANP’s, en especial islas y cayos que siempre se come muy bien; la receta: huevos con camarón, nunca los había probado así pero los invito a que los prueben, altamente recomendables) y nos preparamos para el viaje por mar para visitar al Tiburón Ballena.

Salimos de Isla Contoy y el recorrido fue de aproximadamente 30 minutos, y no fue difícil identificar la zona donde se alimentaba el Tiburón Ballena, ya que desde nuestra embarcación podían observarse una cantidad impresionante de lanchas en la mitad del océano… Según personal de la CONANP, más de 50 embarcaciones (demasiadas para mi gusto). Uno de los problemas de los que sufre el Tiburón Ballena (como muchos de nuestros recursos, desgraciadamente) es la sobreexplotación, que además de generar estrés a la especie, disminuye considerablemente la experiencia del turista; ejemplos de eso hay muchísimos en Quintana Roo y en el turismo mexicano, pero aún no aprendemos la lección. Nos cuenta Paco Remolina que parte del problema es que la movilidad del Tiburón Ballena se ha dado hacia afuera de las áreas protegidas, lo que deja a CONANP sin incidencia, además de que la Dirección de Vida Silvestre ha dado una gran cantidad de permisos de aprovechamiento de la especie fuera de las ANP’s.


También nos cuentan que el perfil del turista ha cambiado en los últimos años; hace apenas 7 u 8 años, cuando empezaba a promoverse esta actividad, el turista era 70% nacional y era muy respetuoso de la especie y había control para verificar cómo se realizaba la actividad de forma responsable; ahora, el Tiburón Ballena se ha convertido en un tour más de los que se ofrecen en Cancún y Riviera Maya, los prestadores de servicio “garantizan el nado” (si no nadas, no pagas) y el turista es diferente, menos respetuoso, menos cuidadoso de los recursos. Es decir (y sin menospreciar otros tours, porque no es el caso), el Tiburón Ballena se vende como otro más de los recorridos, tal como lo son los parques temáticos, la visita a los cenotes o a sitios naturales; lo que se nos olvida es que aquí estamos “aprovechando” (o mal aprovechando) un recurso único, que debería venderse mucho mejor y ser una experiencia irrepetible, a la que tengan acceso aquellas personas que realmente sepan valorar este tipo de experiencias.

Finalmente, llegamos a una zona poco transitada por las embarcaciones turísticas donde había 3 tiburones ballena alimentándose; el personal de CONANP nos mostró parte del trabajo de investigación que hacen, como identifican con fotografía la especie, como registran el sexo y como miden al Tiburón Ballena utilizando lo largo de la embarcación para estimar su tamaño; el primero que vimos, fue de 6 metros, el segundo de 8 y después perdí ya la cuenta del registro de los tamaños (tuvimos la fortuna de ver muy de cerca alrededor de 15 tiburones ballena durante nuestro recorrido).

Después de observar el trabajo técnico que realiza el personal de CONANP, y aprender un poco de la especie y de la zona, finalmente el momento llegó; la instrucción fue: “váyanse preparando con el equipo de snorkel y el chaleco para bajar a nadar con el Tiburón Ballena”; yo inmediatamente me preparé para bajar al agua, pero he de confesar, que al momento de estar sentado en el borde de la lancha, viendo como nadaba a unos pocos metros el Tiburón Ballena, un chorro de adrenalina me recorrió en un instante… 3… 2… 1… ¡Y al agua!


Es impresionante sumergirse en el mar, abrir los ojos y observar de cerca, a menos de un metro, a un animal de más de 8 metros de largo pasando cerca de ti. Después de alrededor de un minuto en el agua, otro ejemplar se acercó a la zona en que estábamos y pudimos apreciarlo más de cerca, nadando justo de frente a nosotros, y observarlo alimentarse. Dos veces fueron las que estuve en el agua, viendo alrededor de 5 tiburones muy de cerca.

Nadar junto a él es una de las experiencias más maravillosas que me ha tocado vivir; ver de cerca a esta especie que viaja desde muy lejos a esta zona para alimentarse (se pueden sentir chorros de agua fría debajo del agua que son las corrientes donde viene el alimento, y se observa a simple vista bajo el agua los pequeños organismos de los que se alimenta), observar las presiones y las amenazas de la que es objeto (sobreexplotación, falta de regulación, falta de conciencia de turistas y algunos prestadores de servicios sobre el recurso que tienen el privilegio de visitar, algunos animales lastimados por las propelas de las lanchas) y ver a un grupo de personas comprometidas con su conservación, solo me hace darme cuenta de la gran responsabilidad que tenemos como sociedad de seguir trabajando desde varios frentes para la conservación de este recurso.


Por supuesto que la parte científica es fundamental para su conservación (aún conocemos muy poco sobre su migración, sus hábitos de reproducción y otro tipo de presiones a las que está expuesto en otros destinos que visita), pero también es muy importante difundir información sobre la especie a todos los involucrados (prestadores de servicios, autoridades, turistas, población local, empresario) de distinta maneras.

Creo que la TV es un buen medio para valorar o revalorar lo que tenemos, la información que puede generarse y difuminarse por redes sociales también es muy valiosa, y la educación ambiental formal y no formal sobre la especie, es fundamental. En este último tema, vale la pena destacar el trabajo de organizaciones civiles como Amigos de Isla Contoy y sus programas de educación ambiental con niños y jóvenes, que han permitido a los pobladores de comunidades cercanas entender y valorar este recurso.

Hace unos minutos que vi en TV local los dos reportajes producidos con la información acerca de la visita que hicimos, me queda un buen sabor de boca de haber contribuido a transmitir el mensaje, y muchas pero muchas ganas de seguir trabajando e impulsando acciones puntuales para que más y más personas puedan disfrutar de esta maravillosa actividad, y esta especie única, de forma responsable, pensando en el largo plazo y sin comprometer el recurso, cosa en la que como mexicanos, y en especial en esta zona del país, estamos acostumbrados a hacer.

Termino esta crónica con un link a un video producido por WWF en Inglaterra, y cuyo mensaje es es: “Hay mucho por descubrir siempre que conservemos lo que tenemos ahora”



Vicente Ferreyra Acosta
Mail: ferreyra.vicente@gmail.com
  Twitter: @vicenteferreyra

FOTOS: FLICKR, CONANP, Proyecto Dominó, Tiburón Ballena

Mi más sincero agradecimiento a Paco Remolina y personal de la CONANP por su disposición y las facilidades para realizar la visita, y a Briget Ortega y el equipo de SIPSE por su entusiasmo y por poder plasmar en imágenes esta gran experiencia.